El salario docente en Perú

El salario docente en Perú estuvo deprimido por varias décadas. Si bien el país hizo un gran esfuerzo por revertir esta situación durante los últimos cinco años, su mejora debe continuar. Y lo debe hacer con estrategia y responsabilidad.

Debe ser estratégico buscando que el salario y la formación docente sean lo suficientemente atractivos para que las peruanas y peruanos con mayor talento y vocación deseen convertirse en docentes.

Pero también necesita ser responsable porque el impacto en el presupuesto público es enorme y debe, entonces, ser asumido con mucha prudencia y de manera técnica. Solos con pasos seguros transitaremos por este complejo espiral de progreso que tanto necesitamos.

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Evolución del salario docente en Perú

En Perú, se observó un incremento sostenido de la matrícula desde mediados del siglo XX que demandó la contratación de más docentes y, dado su gran magnitud, tuvo como correlato un impacto adverso sobre su salario.

Si bien el salario docente se incrementó en los años cincuenta y sesenta a la par del gasto por estudiante, experimentó una caída drástica que lo mantuvo deprimido entre 1975 y 2015. En 1990 llegó a su punto más bajo. A este periodo, Guadalupe y otros (2018) lo describieron como una larga noche en la educación peruana.

A partir del 2016, se observó una notable mejora en la evolución de los salarios docentes en Perú. La primera escala salarial para 30 horas semanales experimentó un significativo aumento, pasando de S/ 1,555 en 2016 a S/ 2,200 en 2020, lo que representó un incremento del 50 %. De igual manera, el sueldo mensual para 40 horas semanales siguió una trayectoria ascendente, llegando a S/ 3,200 en el mismo año.

En los años posteriores, este avance positivo se mantuvo constante. Durante 2022, los sueldos para 30 y 40 horas semanales se ubicaron en S/ 2,500 y S/ 3,333, respectivamente. Para 2023, se registró un nuevo incremento, llegando a S/ 2,850 y S/ 3,800. Finalmente, en el 2024, las proyecciones indican que los salarios alcanzarán S/ 3,100 y S/ 4,134 para jornadas de 30 y 40 horas.

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El salario de entrada se volvió atractivo

Este último incremento salarial para los docentes noveles, que acaban de empezar su carrera, representa una oportunidad atractiva, ya que ofrece un salario competitivo. Por ejemplo, supera los S/ 2,069 de ingreso promedio de profesionales con estudios superiores en la costa urbana (Instituto Nacional de Estadística e Informática, 2022).

De este modo, si el docente se graduó entre 2017 y 2019, tendría un ingreso promedio cercano a los jóvenes que egresaron de la carrera de Medicina. En 2020, esta carrera fue la mejor remunerada luego de Estadística (Ponte en Carrera, 2020).

Otro incentivo interesante es el bono de atracción a la Carrera Pública Magisterial. Se creó en 2015 para aquellos que ingresaron en el tercio superior del concurso de nombramiento. El monto del bono asciende a S/ 18,000 y se paga en partes iguales durante tres años.

Hasta la fecha, más de 11,000 docentes accedieron al bono y, dentro de los beneficiarios de 2019, el 50 % tenía menos de 37 años y el 5 % menos de 25 (Ministerio de Educación, 2020).

Además, la trayectoria salarial también se vuelve más atractiva, dado que el crecimiento de los salarios no se limitó a la primera escala salarial, sino que se aplicó de manera proporcional a cada una de las ocho escalas existentes.

El salario docente debe seguir creciendo

Según la Encuesta Nacional de Docentes 2021 (Ministerio de Educación, 2022), el 37 % de los docentes está en la primera escala salarial de la Carrera Pública Magisterial, el 65.5 % de docentes tiene entre 40 a 59 años y el promedio de edad es de 45 años. Así, se puede deducir que una porción importante tiene un sueldo relativamente bajo dado las obligaciones que debe sostener en el hogar.

De ahí la necesidad de aplicar una política que mezcle un incremento de salarios generalizado de manera gradual y, a su vez, siga apostando por la meritocracia para el ingreso y ascenso dentro de la Carrera Pública Magisterial. Pero en caso existan restricciones presupuestales, como las actuales, es importante priorizar mejoras salariales por medio de la meritocracia.

Lo anterior se debe a que un incremento generalizado de salarios, sin vincularlo a su desempeño, no suele mejorar la efectividad de los docentes en las aulas (Elacqua et al., 2018).

De ahí la importancia de una mayor confianza entre el magisterio y el Ministerio de Educación, la cual fortalezca sus capacidades de resolver los conflictos en la mesa y no en la imposición de los intereses del mundo adulto sobre el interés superior de las niñas, niños y adolescentes.    

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El presupuesto en educación es pro salario docente

Cualquier incremento de salarios no es un compromiso de un solo año, sino para siempre. Por ello, cualquier posibilidad de aumento debe ser responsable y tomar en consideración diversas situaciones: ¿cuántos docentes se necesitarán en el futuro?, ¿cuántos ascenderán dentro de las escalas salarias?, ¿cuántos se jubilarán?, entre otras.

Durante los últimos años, el incremento salarial docente creció en mayor proporción que otros destinos de la política educativa, tales como capacitaciones, infraestructura o recursos educativos.

Es justo decir que la implementación de la Carrera Pública Magisterial en el marco de la Ley de Reforma Magisterial motivó la posibilidad de destinar mayores recursos a los salarios docentes. Sin embargo, este logro no estuve exento de huelgas que arrebataron el derecho de los estudiantes de contar con un docente en aula.

Así las cosas, la porción de las remuneraciones docentes sobre el total del presupuesto en educación escaló de 43 % en 2016 a 49 % en 2019 (Ministerio de Educación, 2021), lo cual evidenció un presupuesto en educación pro-salario docente.

Dado que el presupuesto en educación es el más elevado del país, este monto en 2024 sobrepasa los S/ 46,000 millones. Le sigue la Función Salud cuya asignación bordea los S/ 29,000 millones (Ministerio de Economía y Finanzas, 2024).

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Conclusión

Lo anterior demuestra la gran sensibilidad de un aumento en el salario docente. Es importante que continúen los enormes esfuerzos por parte de todos los contribuyentes para seguir aumentando salarios, de preferencia a través de la meritocracia. También importa que se realice de manera responsable dado su enorme impacto en la caja fiscal.

No debemos olvidar que la educación es un esfuerzo de largo aliento. Más gasto en remuneraciones debe implicar una mejor formación docente. Por ello, será vital una revolución de la educación superior pedagógica que asegure por décadas la mayor eficiente posible de esta enorme inversión en salarios.  

Ahí radica una pieza clave de nuestra sostenibilidad como país.  

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